Es importante cambiar la perspectiva y pasar de opinar que el Ecuador es un país “marcado” por la movilidad humana a considerarlo –desde un enfoque más positivo– como un territorio matizado por ella, enriquecido, construido y transformado por los miles y miles de personas que se han trasladado del campo a la ciudad, que han viajado para radicarse en otras provincias, que han llegado y partido en flujos periódicos desde y hacia distintos países.
Estas emigraciones e inmigraciones, aunque no siempre han sido jubilosas, cada vez que han ocurrido han cambiado la historia, porque han provocado situaciones que, lejos de ser simples estadísticas, constituyen anécdotas o vivencias profundas e intercambios potentes entre personas, familias y comunidades enteras.
Muy probablemente usted ha sido protagonista o testigo de experiencias migratorias cercanas y sabe que estas generan procesos realmente transformadores, especialmente cuando son decisiones tomadas en momentos personales o familiares difíciles, llenos de desaliento o angustia.
Centrémonos en la realidad que estamos viviendo como ecuatorianos y ecuatorianas actualmente, cuando nuestro país recibe a un número importante de personas migrantes provenientes de Venezuela, Colombia, Cuba o Haití, por ejemplo.
Esta situación y todas sus implicaciones generan diferentes reacciones y criterios. Sería ideal que las respuestas fueran siempre positivas, empáticas y proactivas; pero, lamentablemente, no lo son. Y el problema radica en que las ideas se transforman en creencias, actitudes y comportamientos que no aportan a la construcción de una cultura de paz.
Le invitamos a analizar por un momento su nivel de conocimiento sobre el tema. ¿Se ha detenido a informarse sobre las causas más profundas de la migración y sobre la situación que atraviesan las personas migrantes en la coyuntura actual? Si es así, ¿cómo está analizando esos hechos?, ¿qué reacciones provocan en usted?, ¿qué acciones colaborativas ha desarrollado al respecto?
La información es importante. Debe ser certera y de fuentes confiables; además, debe ser técnica y libre de prejuicios, lo más completa posible, construida a partir del enfoque de derechos, que ayude a comprender y a formarse un criterio desde el respeto y la empatía.
Ojalá usted se tome el tiempo de acceder a ese tipo de información que, por supuesto, está disponible a través de varios canales y debe ser seleccionada con buen criterio. Y ojalá la transmita a sus personas allegadas, convirtiéndolas en tema de diálogo y no de confrontación.
Sus hijos e hijas, nietos y nietas, sobrinos y sobrinas aprenderán de su ejemplo. Y es su responsabilidad promover en ellos y ellas posturas mesuradas, amigables y respetuosas que les doten de herramientas para vivir de manera fluida en el marco de la diversidad que hoy caracteriza a nuestro país y al mundo.
Por tanto, le recomendamos:
Estas son solo algunas sugerencias. Seguro la realidad constantemente nos colocará en situaciones en las que se pondrá a prueba cuánto hemos avanzado en entender, aceptar y respetar a personas con ideas, acentos, aspectos y estilos de vida distintos, integrándolas genuinamente en nuestro entorno.