La educación a distancia existe desde hace mucho tiempo y ha cambiado conforme el canal de comunicación entre profesor y alumno ha ido evolucionando, a la par del desarrollo de las nuevas tecnologías. Para poner algunos ejemplos, dentro de la educación a distancia tenemos los cursos por correspondencia, escuela por radio y luego por televisión, hasta llegar a la educación virtual, con el surgimiento y popularización de Internet y el amplio abanico de herramientas que ofrece.
Debido a la emergencia causada por el COVID-19, la escuela se mudó a la casa, con lo que se abrieron nuevas opciones de educación que antes eran impensadas, poco usadas y hasta extrañas. Debido a que fue un proceso abrupto en vez de paulatino, todos los involucrados: maestros, autoridades, padres, madres y, por supuesto, niños, niñas y adolescentes, tuvieron que cambiar su rutina escolar rápidamente y adaptarse a una nueva realidad para poder dar continuidad al proceso educativo.
En lugar de frenar las actividades educativas por completo, las escuelas han recurrido al aprendizaje a distancia, potenciando principalmente la educación en línea.
Enseñar y aprender de una manera diferente y en un nuevo medio conlleva de por sí tensiones, sumadas al estrés que genera la situación misma de encierro. Sin duda, es un panorama difícil, pero esta pandemia y la nueva relación educativa derivada de ella nos han brindado, más allá de aprendizajes sobre tecnología y contenidos disciplinares específicos, a ser resilientes, es decir, perseverantes ante las adversidades.
¿Qué se debe considerar?
Es necesario tomar en cuenta que el traslado de la escuela presencial a la virtual no debe ser una copia exacta; se debe adaptar y moldear al nuevo escenario, con métodos, horarios y actividades que encajen adecuadamente.
Es primordial mantener una buena y oportuna comunicación con la comunidad educativa, para trabajar todos juntos en pos del bienestar de los niños, niñas y adolescentes.
Además, resulta decisiva la actitud que las personas adultas manifestemos frente a la educación virtual, pues será el referente principal de las y los estudiantes para enfrentar este reto.
Se debe acondicionar un espacio adecuado de estudio, que sea permanente, ordenado, limpio y cómodo; así como establecer horarios y tiempos adecuados. Anticipar y mantener una rutina brinda seguridad y estabilidad, y contribuye a organizar de mejor manera la vida familiar.
Si bien para los niños y niñas es una experiencia nueva, y muchos van a necesitar apoyo para conocer las plataformas y los dispositivos, es necesario que la ayuda que les ofrezcamos les permita aprender y practicar lo necesario para manejarse con mayor independencia.
Y, como es de suponer, es necesario establecer horarios específicos con pantallas y fuera de ellas, para mantener un balance y preservar la salud integral.