Los padres son, para sus hijos, la ventana a través de la cual estos ven el mundo. Lo que les transmiten da forma a sus ideas, vivencias y perspectivas, hasta que llegan a la edad de “ver” por sí mismos.
En esta coyuntura, con las sorpresas e incertidumbre que ha traído el Covid-19, cuesta decidir cómo explicarles todo lo que ocurre. Una analogía aplicable es constatar lo bien o mal que los líderes del mundo están explicando la pandemia a sus pueblos, para detectar errores o aciertos que puedan guiar nuestros discursos y procedimientos.
Debido a la cuarentena, los niños y niñas deben estar dentro de sus casas, sin ir a la escuela. Millones de pequeños hoy comparten esta inusual experiencia, en el mundo entero. De ahí que, a cada instante, se generen oportunidades para mostrarles el mundo desde otro marco de referencia; desde una ventana que, paradójicamente, se abre al tener que retirarnos de la rutina y de los espacios cotidianos, para mirar la realidad desde nuestro hogar.
¿Es posible pintar para los más jóvenes matices que nutran su mente, infundan curiosidad y habiliten sentimientos, valores e ideas de transformación y bienestar? Sí, es posible.
El criterio es brindar a los niños y niñas miradas que preserven su salud emocional y nutran su mente, con amor y cuidado; por ejemplo:
- Mostrarles que existe la solidaridad: Resaltar la información de países que envían a otros brigadas médicas que saben más sobre cómo tratar esta emergencia; de empresas que prestan sus servicios a menor costo durante la cuarentena; de plataformas de enseñanza virtual y recursos didácticos que abren sus sitios gratuitamente, para que la gente siga dando y recibiendo enseñanza. Esto, además de imaginar juntos cómo podemos contribuir, más allá de la obligación.
- Hacerles notar que la transformación ecológica todavía es posible: En pocas semanas de retiro, sin seres humanos transitando, sin sus maquinarias y desechos, el planeta muestra señales de recuperación. Es importante indicarles estos cambios y hacerles ver cómo imágenes satelitales muestran puntos del planeta con temperaturas más normales; cómo se ha depurado el agua de los canales de Venecia; cómo surgen cantos de pájaros y cielos despejados en ciudades en donde lo gris y ruidoso era lo habitual.
- Inculcarles que es primordial pensar en el otro: Con el coronavirus, hemos aprendido -en pocos meses- que la solución solo es posible si es global. En todo el mundo y con el apoyo de todos, debemos lograr que la población esté sana, sin distinción ni discriminación de ningún tipo, pero con énfasis en las personas en situación de calle, refugiados, ancianos solos, poblaciones aisladas en áreas remotas.
- Incentivar el consumo consciente, para preservarnos: Muchos países están dosificando cuántos alimentos y artículos de aseo puede comprar cada persona, porque si uno acumula cualquier recurso, el vecino puede pasar necesidades o correr riesgos. Cambiar los hábitos de consumo es crucial.
- Señalarles el valor de la igualdad: Somos todos humanos, y lo mismo da un actor o futbolista famoso, un príncipe, un alcalde, una vecina, el señor que vende caramelos o la profesora de la universidad. El virus puede atacar a todos. No hace distinción; y, con eso, recordamos que más allá del lugar y rol que ocupamos, al final todos somos seres humanos vulnerables, con familias a las que amamos, con derecho a construir una vida propia y auténtica. Todos valemos.
- Reconocer lo importante: Científicas, médicos y enfermeras de todo el mundo son la esperanza para solucionar la pandemia. Debemos favorecer la reflexión sobre el respeto, aprecio, gratitud y compensación que estos profesionales merecen. Es importante que las niñas y niños lo vean con claridad y participen en los homenajes, aplausos y apoyos a la labor de estos profesionales.
Si usted les explica todo esto con imágenes curiosas o alegres, en un tono optimista, seguramente sus hijos vivenciarán con más amplitud y entendimiento lo que están experimentando.
Y el aprendizaje será valioso para usted también, abriendo el camino para ponderar todo lo que puede despojarle de angustia, generándole esperanza y calidez, deseos de innovación y de cambio, conexión con la propia capacidad de asombro.
Recorrer en familia y con amor los acontecimientos, puede reconfortarnos y ayudarnos a transmitir a nuestros hijos la serenidad que ellos necesitan para transitar estos momentos y salir de la cuarentena con una mirada curiosa y amplia, sobre un mundo más grande, al que pueden y deben cuidar.