Más allá de las particularidades impuestas por la crisis sanitaria y sus implicaciones, es innegable que la escuela propicia intercambios y experiencias de socialización que marcan la vida de los niños, niñas y adolescentes, delineando sus criterios y opiniones, y determinando varias actitudes y comportamientos que caracterizarán su vida en sociedad.
Por otra parte, la escuela es, cada vez más, un escenario variopinto que congrega a niños y niñas con proveniencias, experiencias familiares y estilos de vida muy diversos.
De ahí que resulte tan relevante que todos los miembros de la comunidad educativa manejen información adecuada sobre la movilidad humana, sus causas, implicaciones y consecuencias; y que, a partir de dicha información, se generen mecanismos proactivos de integración y convivencia.
El encuentro respetuoso y el desarrollo de un día a día armónico deben ser propiciados y valorados por docentes y autoridades, especialmente cuando el alumnado proviene de distintas nacionalidades, lo cual es cada vez más frecuente en el Ecuador. Además, esta composición variada debe ser aprovechada como una oportunidad de intercambio y aprendizaje.
La acogida e inserción de alumnos y alumnas de otros países es una responsabilidad que baja en cascada hasta volverse un asunto de todos y todas.
El manejo correcto de las discrepancias y el acoso escolar, cuando estos surgen por motivos de discriminación o exclusión, puede dar paso a un relacionamiento empático, en el marco de la comunicación asertiva. Y en este ejercicio, el diálogo respetuoso y la valoración de la otra persona son fundamentales.
Por tanto, las políticas institucionales deben observar claramente criterios de inclusión y acciones específicas de promoción de la convivencia. Pero, más allá de la normativa, es necesario que se promuevan e instalen activamente espacios de información y reflexión sobre el tema de la movilidad humana, con mensajes positivos, claros y bien fundamentados.
Esta información debe ser socializada hacia el ámbito familiar, para que no existan choques de visiones que confundan a las y los estudiantes, y sobre todo para avanzar juntos en la construcción de comunidades acogedoras, respetuosas y pródigas en oportunidades para todas las personas más allá de su origen, en un marco de inclusión y sin discriminación de ningún tipo.
Con esas consideraciones, le instamos a desarrollar acciones y experiencias de conocimiento e intercambio cultural que pongan en relieve la riqueza de la diversidad, lo importante de desenvolverse sin prejuicios ni estereotipos en este mundo diverso, de entender la coyuntura con criterio y sin prejuicios.
La educación cobra mayor potencia cuando se alimenta del enfoque basado en derechos humanos e invita a las niñas, niños y adolescentes a relacionarse con criterios de interculturalidad, género, diversidad y diálogo intergeneracional.
¡Cuánto ganan las alumnas y alumnos cuando aprenden a relacionarse desde la igualdad… y cuánto gana el mundo cuando los seres humanos nos reconocemos y reconocemos a las demás personas igualmente valiosos, merecedores de respeto, sujetos de derechos!